Ceremonial empresarial en la red 2.0

22 de Septiembre de 2020

Autores: Federico Forastier y Victoria Cabanelas

¡Lo cortés no quita lo valiente!


Las nuevas herramientas tecnológicas de comunicación que la red 2.0 ha introducido en los últimos años, han sumergido a las empresas y otros comunicadores en un nuevo mundo, en el que los códigos verbales y paraverbales que utilizaban para comunicarse se vieron fuertemente afectados.

Se puede presumir que los medios digitales (correo electrónico, redes sociales, Whatsapp, Telegram, y apps de videollamadas) traen consigo códigos comunicacionales más descontracturados; de hecho, la segunda década del siglo 21 empezó a ser más relajada con respecto a las relaciones interpersonales y profesionales, como si ponerse a la par del otro o “bajarse del caballo” fuera un signo de empatía o inteligencia emocional. De hecho, el filósofo Byung Chul Han habla de “poder inteligente” para referirse a esa empatía. Otros analistas también concuerdan con que las sociedades avanzaron y los modos deben ser otros, menos rígidos.

Algunos empresarios siguen esa lógica: se dejan tutear por desconocidos o utilizan un vocabulario “buena onda” para crear un ambiente relajado y generar confianza rápidamente con quién va a hacer un negocio. Pero no todos los hombres de negocios piensan igual. Entonces el desafío es con ellos.

En PNL hablamos de que para liderar la comunicación es necesario acompasar las formas. ¿Cómo hacemos esto a través de una pantalla?

Si bien, como se mencionó antes, los medios digitales presumen relajación, se puede optar por diferentes técnicas para adoptar una nueva formalidad descontracturada sin perder de vista el respeto y las formas; y eso es en parte la esencia del ceremonial, la forma de hacer o comunicar algo. Por ejemplo:


  • Nunca se debe dejar de tratar de “usted” al otro hasta que le diga lo contrario, sobre todo si lo supera en edad o si está en el rubro hace mucho tiempo. Es preferible que el destinatario nos indique que prefiere ser tuteado, y no que sienta que le faltamos el respeto. No hace falta tutear para ser amigable y cordial.


  • Siempre que se esté en una conversación por la red social o app de mensajería que fuera, avisar al otro que puede ausentarse unos minutos o el tiempo que fuere y disculparse al caso; sobre todo si están en medio de una una negociación o toma de decisión. No olviden que los medios digitales son atemporales y omnipresentes: el otro supone que usted está detrás de la pantalla todo el tiempo. Uno sabe cuánto puede demorar en contestar porque no siempre estamos con el celular o uno también sabe de qué lado de la negociación está; pero más allá de eso, hacerse esperar a propósito no es bueno. Esa sumisión es arcaica y poco inteligente emocionalmente.


  • No olvidar reglas de puntuación y ortografía: si el lector nota fallas, podría interpretarlas de mala manera. Escribir elocuentemente nos posiciona mejor como expertos, y nuestro mensaje será mucho más valorado. ¡Revisa tus textos antes de enviarlos!


  • Siempre comenzar un mail con “Estimado (nombre); y si tiene un cargo en una institución, hay que escribirlo. Al final hay que saludar sin exagerar. Con frecuencia, a algunos profesionales les agrada ser llamados por su título, utiliza esta herramienta para generar mejor rapport. (Si conocemos la profesión es mucho mejor dirigirnos como Ing Perez, Arq Perez, y no como Sr Perez).


  • Jamás olvidarse un dato de la otra persona si es que se lo va a nombrar. Por ejemplo: es muy común ver apellidos “difíciles” mal escritos y es una total falta de respeto. No es viable la excusa de un error de tipeo.

Esos tips son solo algunos, y muy básicos, de los puntos a tener en cuenta SIEMPRE que nos comuniquemos con otra persona. Son solo cuestiones de forma, de estructura; estructura que puede incluir un vocabulario menos rígido y más coloquial. Hay que recordar estas formas porque a pesar de ser tan básicas, suelen ser muy olvidadas. No hay que dejar ciertas formalidades por más que estemos en los nuevos medios y estos sean menos estructurados. Estas recomendaciones son un ABC del ceremonial que no pierde vigencia aún en los canales más relajados, más modernos o posmodernos si se quiere. Todavía el mundo se rige bajo reglas de etiqueta muy formales y se supone que seguirá.

Por último, nos gustaría invitarlos, queridos lectores, a la siguiente reflexión:

Cuando hablamos a través de una pantalla, nos seguimos dirigiendo a personas. A personas que están atravesadas por sus propias subjetividades, que tal como mencionamos en párrafos anteriores no se encuentran 100% disponibles y más aún en estos tiempos de pandemia en los que el homeoffice se impone como una cuasi invasión a la privacidad y estamos, sin quererlo, entrando en las casas de los otros.

Nuestro desafío como comunicadores, será entrar en el campo del otro, respetuosamente pero de manera cercana. Con empatía pero sin exceso de confianza. Concretos… pensemos que el otro no tiene suficiente tiempo para todo.

Ante una reunión virtual, seamos puntuales, tengamos todo listo. Archivos para compartir pantalla, abiertos previamente. Micrófonos funcionando. Cámaras encendidas… Apagar la cámara es casi como ocultarnos, incómodo para el que nos habla y no puede vernos la expresión del rostro. Procuremos que el ambiente esté iluminado. Que la experiencia sea buena y productiva para todos los participantes.

Descontracturemos algunos modos pero no perdamos de vista estas cuestiones, porque por más sencillas o poco elocuentes que parezcan, una falla de esas podría costar el negocio de nuestras vidas.


Los invitamos a dejarnos sus comentarios, y a enriquecer estas reflexiones con sus experiencias personales.


¡Lo cortés no quita lo valiente!


Les dejamos a continuación un interesante video que muestra , casi sin exagerar, las vicisitudes a las que nos enfrentamos en las reuniones virtuales. ¿Les pasó algo de esto?

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